Una tarde destemplada, terminando el invierno. Laguna de San Vicente, con pocos visitantes que se animaron a salir, buscando compartir un momento, una sonrisa, un juego, una comida.
El pasto y la tierra húmeda. Algunas soledades deambulan sin hallar compañía.
La tarde de domingo se escapa.
Los que pudieron disfrutar, se marcharán felices. Los que no, cargarán nuevamente su fría soledad a cuestas, como una mochila difícil de llevar.