Islas llenas de vida, aguas que corren subiendo o bajando según la hora del día, paisajes siempre cambiantes; la vida en el Delta una aventura para los que la visitan y se encantan con sus sauces, casuarinas y sus azaleas multicolores y una vida dura, original y sacrificada para los que viven en las islas.
Sus ríos, zurcados por la famosas lanchas colectivas, por yates, botes y cayaks, además de motos acuáticas, te mantienen continuamente entretenido. Sus muelles, todos distintos, siempre habitados por los visitantes o lugareños, mate en mano y conversación amena. Una forma de vida pacífica y bella para algunos, dificil y dura para otros.