Pasar el día por esas calles y casas pueblerinas, llenas de pasado, de tranquilidad, de una vida mansa pero llena de trabajo y lucha, fortalece el alma. Visitar sus iglesias, descubrir su vegetación y admirar sus campos y entregarse a la adoración silenciosa de sus atardeceres increíbles te sugiere que el día no pasó en vano.