La visita al Museo de la Pachamama (también llamado La Casa de Piedra) en la localidad tucumana de Amaicha del Valle es toda una experiencia, allí en esa aridez, donde poco crece, el encontrarse con esta exhibición cultural emociona. Diseñado por el pintor, escultor y artesano autodidacta Héctor Cruz, expone en él , rasgos característicos de los valles Calchaquíes, todo lo creado en piedras de colores expuestas en este museo han sido recolectadas y elegidas en la zona (no son pintadas).
El patio es similar a una fortaleza de piedra donde se pueden encontrar esculturas de la Pachamama (Madre Tierra), el Inti (dios Sol), Quilla (la diosa Luna), la víbora bicéfala de la cultura awada, el guerrero de la luna y la mesa de los 12 caciques entremezclados con cardones y cactus, típicos de la zona, todo realizadas con rocas.
Después seguimos camino y atravesamos el abra de El Infiernillo, un paso montañoso de 3042mts, que une los Valles Calchaquíes con el valle de Tafi. Este lugar, es el punto más alto transitable de la provincia de Tucumán, es hogar de unas pocas familias de pastores de llamas y ovejas. El paraje cuenta con un mástil donde ondea la Bandera Argentina, un pabellón que es cambiado cada 20 de junio por el desgaste que sufre por las inclemencias del tiempo.
Zona de vientos fuertes y frìo intenso. Sus pocos habitantes junto con sus llamas reciben al turista con humildad, amable y pausadamente; su tranquila manera de ser les permite agradecer todo y no quejarse de nada.
Van pasando los kilómetros y el paisaje cambia, el verde comienza a surgir escaso en las laderas y luego Tafí del Valle, en donde las nubes entran al valle abriéndose paso entre las cadenas montañosas.
Al ir entrando a la selva tucumana, curvas donde se pasa acariciando la vegetación y una niebla bastante espesa nos mantuvieron alertas y divertidos.